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La aduana post covid 19 (II)

El rol clave de las aduanas para moderar los efectos de la crisis sanitaria y evitar el colapso económico

La crisis del coronavirus puso de manifiesto el desafío que enfrentan los países para proteger la salud de la población. Ante la emergencia, los gobiernos han adoptado medidas sin precedentes a nivel internacional, como el cierre de fronteras o de amplias áreas de sus territorios.

Estas medidas llevarán a una caída del comercio global de bienes estimada entre el 13% y el 32% en 2020, según la OMC.

Lamentablemente y no sólo en Argentina, en lugar de priorizar la gestión de la crisis sanitaria con campañas masivas de testeo y manejo inteligente de datos para la trazabilidad de los contagios y poder así intervenir a tiempo, muchos gobiernos han optado por cerrar las fronteras o restringir los cruces fronterizos para enfrentar la emergencia sanitaria.

Así las cosas y a siete meses del inicio de la pandemia, puede notarse que es clave el rol de las administraciones aduaneras para planificar y garantizar la capacidad de aprovisionamiento durante la crisis que continúa, evitar el colapso económico y social, y frenar el agravamiento de las dificultades sanitarias.

En ese sentido, se vuelve indispensable que los servicios aduaneros coordinen sus esfuerzos de manera eficiente con las demás entidades competentes en materia de despacho de mercancías y personas. Es decir, que operen conforme a un esquema de gestión coordinada de fronteras.

La crisis del coronavirus nos hace darle mayor valor a la importancia de la colaboración en todos los órdenes y niveles, ya que una efectiva respuesta a la emergencia requiere coordinación en el ámbito gubernamental (de índole sanitario, de orden público y comercial), entre las entidades de gobierno nacional, regional e internacional, y la colaboración con el sector privado.

La gestión coordinada de fronteras se hace más necesaria que nunca en el marco de una emergencia como la actual; es decir, contar con procesos simplificados y protocolos de actuación rápida entre las aduanas y todas las entidades de gestión fronteriza; disponer de tecnología de punta para inspecciones no intrusivas y facilitar los envíos de material médico sin menoscabar la función de control aduanero; disponer de sistemas automatizados y medios de pago en línea; apoyarse en empresas confiables como los OEA para la importación de materiales críticos y para el transporte y distribución de los mismos; y estar respaldados por un cuerpo de profesionales aduaneros en puertos, aeropuertos y pasos de frontera para agilizar la entrada de mercancías destinadas a salvar vidas en las etapas más difíciles de la crisis sanitaria.

Los problemas operativos en las aduanas de frontera

La implementación práctica y para todo el universo de operaciones aduaneras de la VUCEA y la ampliación inmediata del régimen de operadores económicos en aduanas de frontera permitirían de inmediato reducir la cantidad de trámites y simplificar la operación aduanera logrando a la vez mayor eficiencia en los controles y menor exposición al COVID de todos los operadores de comercio exterior.

Esto no implica que determinados controles físicos deberán seguir, pero no es menos cierto que las intervenciones previas nacionales (como SENASA) o binacionales (requisitos fitosanitarios MERCOSUR), deben ser conjuntas con el resto de las operaciones de control y no sucesivas, e integrarse en un futuro a la VUCEA (creada por decreto 1079/16).

Del mismo modo la automatización de los procedimientos por infracciones, evitando sumarios y habilitando instancias de pago automático de multas, contribuiría a agilizar la circulación fronteriza y bajar la exposición de operadores y funcionarios al COVID.

Esa simplificación mejorará el control aduanero, asegura mejor trato a los operadores profesionales (como transportistas y despachantes), reduce costos y mejora la logística de todos los actores del sector.

En lo que hace a la gestión sanitaria del COVID, se produciría de este modo una drástica reducción de la circulación de personas en aduanas de frontera.

A modo de ejemplo, ciertas aduanas de frontera no utilizan a pleno el régimen de canales de selectividad para el control de documentos y mercadería. Así, en las destinaciones de exportación "canal verde" y por instrucción de las direcciones regionales, se escanean y pesan todos los medios transportadores sin distinguir entre aquellos que traen pesadas en origen de la carga efectuadas en balanzas fiscales y los que no.

Esta doble instancia de control es innecesaria y sólo agrega burocracia, extra costos y riesgo sanitario, por la exposición evitable de todos los operadores involucrados.

La tramitación aduanera se ralenta porque la doble pesada origina que, ante cualquier discrepancia en los pesos, debe ajustarse a la balanza aduanera con la consiguiente modificación del manifiesto de carga; situación que está llamada a repetirse siempre, porque la pesada inicial contempla el peso del combustible del medio transportador, que al llegar a la aduana de control ya se consumió y baja el peso de la carga.

En este ejemplo, validar la pesada inicial sería un buen modo de agilizar y economizar trámites, reduciendo a la vez la exposición al COVID de todos los agentes del sector involucrados.

Similar consideración aplica a las importaciones de graneles: desconocer validez a la pesada en origen ocasiona congestiones evitables en las áreas de control fronterizo binacional por trámites duplicados, con extra costos económicos y sociales y los consecuentes riesgos sanitarios para todos.

La falta de infraestructura aduanera para lo que viene es una asignatura a resolver, normalmente las aduanas de frontera tienen una balanza y un escáner para controlar todo el tráfico diario (una aduana de frontera controla unos 200 camiones diarios); hasta ahora y ante la presión sanitaria por las congestiones de personas en frontera, las Aduanas optaron por suspender la presentación de exportaciones a granel, verdadero despropósito que no ataca el problema y sólo daña la actividad exportadora y, en definitiva, la renta fiscal de un país urgido por divisas genuinas.

Nótese que si un exportador necesita evitar incumplimientos comerciales en este contexto aduanero, debería contratar un depósito fiscal cercano a la aduana interviniente, allí ensilar su carga, y luego ponerla en un camión internacional para el cruce, con una pérdida de competitividad irrecuperable.

En este sentido y así lo han planteado a las autoridades las Cámaras del sector, es necesario avanzar con la eliminación del requisito de presentación física del B/L y considerar la implementación del B/L electrónico, en línea con la VUCEA y como ya ha sido implementado en la mayoría de las aduanas en el mundo, por entender que no resulta razonable en el actual escenario de pandemia seguir trabajando en forma papel y con firmas ológrafas.

Este modo de gestión causa considerables complicaciones en la gestión diaria de los distintos actores del comercio exterior, ya que los consignatarios de carga deben concurrir a las oficinas de las agencias, las que a su vez deben asignar personal al solo efecto de la firma de este documento, el que ya obra en poder de los interesados.

Abona esta solución que la información de los B/L se encuentra validada con el MANI en el Sistema Malvina, además de existir las ratificaciones realizadas tanto por los ATA desconsolidadores, como por los IMEX, a través de la página de AFIP.

La firma manual, tampoco se ajusta a la tendencia actual de implementación de la Ventanilla Única (Decreto Nacional Nº 1079/16 – VUCEA), y las prácticas recomendadas en el Convenio Internacional para la Simplificación y Armonización de los Regímenes Aduaneros (Convenio de Kioto modificado) ratificado por Ley Nº 27.138, cuyas previsiones resultan totalmente armónicas con la simplificación por vía electrónica de los documentos aduaneros.

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